Con
todo el amor que puedo dar dedico este pequeño poema a mi querida madre, mi
querida Julita, uno de mis más preciados tesoros.
En las largas soledades,
cuando la noche se cierne
sobre mi cuerpo, mi alma
y la tristeza me envuelve;
llegan hasta mí recuerdos
de una señora valiente,
que ha luchado por la vida
y por mantenerme a flote.
Esta señora es mi madre
que yo nací de su vientre,
dar mucho a cambio de nada
su virtud ha sido siempre.
En los momentos más tristes,
cuando la vida me hiere,
cuando el camino se torna
lleno de espinas crueles,
busco refugio en mi madre
que ella si sabe entenderme
y sabe curar las heridas
que a veces tanto me duelen.
Eres para mí el camino
que me lleva y que me envuelve,
que me hace afrontar la vida
por senderos diferentes.
Sé que te tengo a mi lado,
que mi alegría es tu suerte,
que haces tuyos mis triunfos
y mis fracasos te duelen.
Cuando ya no estés conmigo,
cuando la muerte te lleve,
yo sé, que desde allá arriba,
vendrás para protegerme.
Por
suerte, aunque ya muy viejita, mi madre todavía vive… por muchos años.